Puede que el refugio de Verdes sea el secreto peor guardado de esta zona. Se trata de un espacio natural, a orillas del río Anllons, en una zona de pequeños islotes y caídas de agua. Hace décadas que se decidió aprovechar la fuerza del río para poner en funcionamiento molinos harineros y batanes. Ahora algunos de ellos están restaurados y se pueden visitar.
Los diferentes espacios están unidos por puentes de madera que no desentonan con el paisaje y hay también zonas de merenderos, con espacios para hacer churrasco. Es un lugar ideal para hacer picnic con la familia o los amigos, aunque hay que traer casi todo, ya que en los alrededores sólo hay un bar (antes de la entrada al refugio). Los fines de semana de verano está demasiado lleno de gente para mi gusto y, por desgracia, no todo el mundo se lleva su basura, así que personalmente prefiero ir entre semana.
En uno de los molinos hay un baño público (bastante rústico) y a la entrada encontramos un lavadero completamente artesanal: el agua baja por un tronco de madera y cae por los distintos agujeros como si fuese un grifo. Un desagüe al final de la pila devuelve el agua al canal.
Se trata de un lugar de cuento, tanto es así que aquí fue donde José Luis Cuerda rodó algunas escenas de la película «El bosque animado». En esta película los árboles del bosque tienen tanta importancia como los múltiples personajes y refleja muy bien la belleza del bosque gallego y de un lugar como Verdes. Y es que lo más impresionante, lo que hace que Verdes sea un lugar especial, para relajarse y desconectar, es la naturaleza.
Se trata de un bosque atlántico de ribera, en el que se encuentran alisos, sauces, fresnos y muchos robles. Es una zona muy húmeda que además puede ser algo sombría por la gran cantidad de vegetación, así que lo mejor es ir en días soleados. Y precisamente por la humedad hay muchos helechos y musgo por todas partes, que le da también parte de su encanto.
Además de pasar el día disfrutando del fresquito, se pueden hacer rutas de senderismo por la orilla del río. Es un camino muy asequible, también para niños, porque en cualquier punto te puedes dar la vuelta y regresar. Esta parte del río es un coto de pesca, así que si lo que te interesa es la pesca, sólo necesitas los permisos adecuados.
Para los más deportistas, hay una ruta que va bordeando el río desde el refugio hasta la desembocadura del Anllóns en Ponteceso. Son unos dieciséis kilómetros que transcurren entre vegetación de ribera y, en ocasiones, fincas de cultivo que llegan casi hasta el río. Esta ruta no está marcada y siempre que la he intentado hacer me he perdido y he acabado por rendirme, después de pelearme un buen rato con la vegetación o intentar abrirme camino a machetazos. Creo que en algún momento hay que cruzar a la otra orilla del río y el camino se ensancha, pero si quieres intentarlo, recomiendo llevar un gps o similar.
La desembocadura del río es un lugar precioso que merece la pena visitar aunque sea en coche. Allí, las aguas dulces del Anllóns se juntan con el océano Atlántico, formando un estuario dividido por una línea de dunas. Se trata de una de las zonas más tranquilas y protegidas de la Costa da Morte y un espectáculo de inusitada belleza.
Desde el Camping Sisargas, Verdes está a unos 13 kilómetros. En coche toma la carretera en dirección a Carballo y desvíate hacia Cances/Vilariño, luego sigue las indicaciones del refugio. No deberías tardar más de 20 minutos. La llegada al refugio es un camino sin salida. Si llegas con el coche hasta abajo, puede que te cueste dar la vuelta, sobre todo si hay muchos coches aparcados a los lados. Yo prefiero dejarlo un poco más arriba y bajar caminando o tomar algo en el bar y aparcar allí, que tiene bastante espacio. Para los que prefieren ir en bicicleta, hemos diseñado una ruta preciosa, circular, de unos 25 kilómetros. Va por carreteras secundarias.
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